Londres, una ciudad de contrastes donde pasado y presenten se mezclan en un mix caótico de moda vintage, tecnología punta, casas vistorianas y arte impresionista. Donde Dickens y Harrods conviven de forma sofisticada, otorgando al visitante numerosas oportunidades.
Nueve días son los que he pasado viendo Londres, extasiada por su belleza y con la sensación de necesitar una vida entera para conocerla. Pues es uno de esos lugares que te engancha, haga frio o llueva, no puedaes pasar un día sin pasear por sus calles. Así que, al ser tan poco el tiempo del que disponía para visitarla, tuve que apurar al máximo los planes y cargar los días de turismo, gastronomía, compras y...algunas cositas especiales y diferentes.
Londres es una ciudad que te grita desde que llegas "¿a qué esperas? ¡haz turismo!". La Abadía de Westminster, St. Paul, la National Gallery, Trafalgar Square, Picadilly Circus, Tower of London, el Támesis, el British Museum, London Bridge, London Eye y las inconfundibles Houses of Parliament, son sólo algunos de los lugares que hay que visitar, los más importantes claro está.
Pero lo más especial de Londres es que cada esquina posee su historia, las casas victorianas reconstruídas tras el Gran Incendio, las buhardillas donde Dickens y sus coetáneos escribieron historias que, aún hoy, nos fascinan... Pero lo que he descubierto es que, además de lo embñlemático de los edificios, lo que atrae de Londres es el trasfondo morboso que hay en casi cada uno de ellos: la esquina en la que se creó Sweeney Todd (el barbero asesino), los calles grises por las que anduvo Jack el Destripador y, sobre todo, las sangrientas historias que guarda en su interior la Tower of London, sus muros albergan las historias de numerosos condenados a muerte por traición a la Corona, entre ellos Ana Bolena y Gay Fox. Con tocar la piedra (conservada desde entonces) de la "Bloody Tower" se ponen los pelos de punta.
Y para fascinante, el British Museum, un lugar que hará las delicias de los amantes de la historia, es gratuíto (como el resto de museos) , la diferencia está en que solo las piezas más frágiles se encuentran urnas., el resto se peuden hasta tocar y eso es impresionante, tocar lo que hace miles de años tocaron otras civilizaciones.
Despues de la visita a la ciudad, hay que reponer fuerzas. A pesar de la fama de su comida, se encuenran sitios bastante buenos donde comer, el mítico Hard Rock Café es imprescindible visitarlo y cualquier pub invita a entrar con su atractivo diseño exterior e interior.
La alternativa a los restaurantes la encotnramos en el picnic, en todos los parques encontramo ejecutivos vestidos de Hugo Boss, comiendo comida precocinada o un sandwich de almuerzo.
¡Llega el momento del shopping! En la ciudad encontraremos las tiendas de marcas en Oxford St., un Preciados londinense y en el Soho (parecido al Fuencarral madrileño) barrio típico de moda alternativa. Pero, si realemnte queremos algo típico, Candem Market, aunque hay que rebuscar para encotnrar algo único, vale la pena por su ambiente, sus maravillosas fachadas y la artesanía. Algo que siempre buscamos los extranjeros y que nos llama la atención de Londres por su normalidad alí, son los productos de segunda mano, pero un artesano de la plata me informó que es más una moda que una realidad, pues lo vintage se lleva y se han subido mucho los precios de la segunda mano.
Aunque, si queremos algo realmente especial en compras, hay, para mí, tres lugares realmente únicos. Uno es Harrods, y ya no sólo por su producto, si no por su edificio, un lugar tan vulgar como una carnicería, en Harrods es una oda a la elegancia y al glamour, con techos llenps de colores, lamparas de las que cuelgan artesonados de frutas, vidrieras y columnas de mármol. Otro lugar es una tiendecita pequeña y escondida cerca de la City, que contrasta precisamente con frío y cosmopolita paisaje de la misma; es The Christmas Shop, un pequeño paraíso navideño en el corazón de la ciudad, abierta todo el año, salvo el 25 de diciembre, para ofrecernos los más variados productos navideños, trenes de aspecto antiguo, pueblecitos del Polo Norte, guirnaldas, bolas vintage y otras más modernas, todo tipo de luces, postales, calcetines para la chimenea... todo, todo y todo. Se respira espíritu navideño desde que entras, incluso en el mes de Agosto, como hice yo.
Y, en tercer lugar, Portobello Road. Hace tiempo, er aun lugar donde los comerciantes buscaban únicamente vender las pertenencias que ya no querían, objetos considerados viejos y usados. Pero, desde el auge de las antigüedades y, más recientemente, del espíritu vintage, los vendedores se han dado cuenta del potencial de su producto y han subido los precios. Pero vale la pena ir para ver antiguas vajillas, teteras dignas de Alicia en el País de las Maravillas, guantes de boxeo y balones de la época de nuestros abuelos, sellos con deceñas de años de antigüedad... Un lugar donde perderte....
... y donde parar a repostar en sus pastelerías que te llaman a gritos ¡con los escaparates repletos de cupcakes!
Y esto es Londres, al menos una pequeña parte. Una ciudad donde el gris de las calles, lo viejo de sus edificios y la intermitente lluvia, sólo colaboran a aumentar la magia y el misterio que provoca en sus viandantes.